Oruga serpiente – El terror a las serpientes está tan difundido en el reino animal, que muchos animales inofensivos han desarrollado características propias de los ofidios. Una de las orugas más sorprendentes que imita a las serpientes es la Hemeroplanes triptolemus, conocida como la Oruga serpiente (Hemeroplanes triptolemus).
Características físicas de la Oruga serpiente
Esta oruga recibe su nombre característico, debido a la capacidad que tiene de parecerse a las serpientes, como una forma de defensa ante sus depredadores. Además de Hemeroplanes triptolemus, existen diferentes especies y subespecies que viven en disímiles partes del mundo según su hábitat y características que las distinguen.
Tiene la cabeza como una cápsula resistente y dura, formada por dos hemisferios, entre los que se inserta una frente triangular. En la parte inferior de cada hemisferio, la cabeza tiene una serie de ojos simples dispuestos en forma de herradura. Estos ojos no son funcionales, pero le permiten engañar a los depredadores, ya que les hacen creer que la oruga es una serpiente venenosa.

Además de los “ojos”, también asemeja tener dos potentes mandíbulas, en forma de cuchara, con el borde abundantemente dentado. Algunas orugas son capaces de detectar vibraciones, normalmente a una frecuencia específica, lo que les permite identificar la presencia de un depredador antes de que este las ataque.
Hábitat y distribución
La Oruga serpiente mide aproximadamente 75mm y vive en las zonas tropicales de América Central, fundamentalmente en los países que tienen orillas al río Amazonas.
Esta oruga es una experta en mimetismo, y su parecido con las serpientes es tan impresionante que puede confundir a cualquiera. Sin embargo, a pesar de su capacidad defensiva, su presencia en la naturaleza es fundamental, ya que contribuye al equilibrio ecológico y es un eslabón importante en la cadena alimentaria.
Esta es una criatura fascinante, que demuestra la gran variedad de adaptaciones y habilidades que pueden desarrollar los animales para protegerse en la naturaleza. Su mimetismo es un ejemplo claro de cómo las presiones evolutivas pueden moldear la forma en que los seres vivos se relacionan con su entorno.